Si bien es cierto toda nueva experiencia viene acompañada de incertidumbre y con ella viene el miedo. Sin embargo, estas sensaciones no deben por qué ser malas si se saben manejar, si se sabe darles su espacio sin que saboteen nuestra experiencia o proyecto. La vida está llena de proyectos, metas y sueños que cada uno de nosotros desea alcanzar. ¿Por qué hay personas que si los alcanzan y otras que, lamentablemente, no? Cuando el miedo paraliza, vienen las excusas y con las excusas se ven a los sueños posponerse por tanto tiempo, que se olvidan.
Entonces, ¿Cómo no paralizarse ante el miedo que traen las nuevas experiencias? primero debemos entender que el miedo es una emoción normal, cuando algo es desconocido, la incertidumbre está presente. Debemos preguntarnos a qué se debe nuestro miedo. ¿Qué lo desencadena? ¿Me da miedo fracasar? ¿Me da miedo el qué dirán? Una vez identificado de dónde proviene el miedo, se debe de actuar desde lo interno hacia afuera.
Miedo al fracaso
Existen situaciones que no se pueden controlar, y el fracaso es una de ellas. Un proyecto cuyo éxito depende de otras personas, es una situación incontrolable. Podemos acomodar la información, el proyecto puede tener todas las características identificadas en el proceso de investigación que podrían ser exitosas pero si al final el público no congenio con el proyecto, debemos intentarlo de nuevo. ¿Por qué ver el fracaso como un alto a un proyecto o sueño? Un fracaso es una oportunidad de mejorar algo, una equivocación un error cometido es uno menos por cometer, es decir un paso más cerca del éxito.
Lo mejor y lo peor
Entonces, ¿miedo a estar cerca del éxito? Suena poco racional, ¿cierto?
El manejo de las emociones toma un rol súper importante a la hora de hablar del miedo al fracaso. El miedo se convierte en una emoción tóxica cuando nos logra afectar nuestras decisiones, cuando nos hace dudar de nosotros mismos, de nuestras habilidades. Una manera de utilizar el miedo de manera positiva es a través de un ejercicio llamado “lo mejor y lo peor”. El cual consiste en anotar los mejores escenarios posibles de un proyecto o situación en una columna, y hacer lo mismo con los peores escenarios posibles que se nos vengan a la mente.
Se debe de explicar por qué sucedería el escenarios y qué lo desencadenará. Este ejercicio se puede empezar con situaciones más pequeñas, algún examen, alguna presentación final. Una vez anotados los escenarios en ambas perspectivas, dejamos pasar el evento al que le tenemos miedo, nos devolvemos a los escenarios y nos dimos cuenta que el miedo nos vuelve irracionales y que saca mucha negatividad dentro de nosotros. Pensamientos positivos, conllevan a acciones positivas que logran tener un gran impacto en nuestra vida y proyectos.
No hablo de milagros ni de situaciones que pasan de la noche a la mañana, nuestros pensamientos tienen 100% impacto en nuestras acciones y en nuestra manera de ver la vida. Si pensamos positivo, sea cual sea la situación (prevista o no), la manera de actuar será buscando siempre soluciones y no excusas.
El cambiar nuestra forma de pensar y de ver el fracaso no significa que nunca vamos a dejar de intentarlo, significa tener claro hasta qué punto se debe de intentar con un proyecto y cuales son las rutas que se tomarán conforme se vaya agotando las demás, pero también va a significar saber cuando poner un alto y ver ese proceso como un aprendizaje y no como un fracaso.
Y ¡listos para empezar de nuevo con otro proyecto! Sé que no es tan fácil decirlo como hacerlo, pero pequeños cambios como modificar nuestros pensamientos y codificarlos para que vengan desde la abundancia y no desde la escasez, cambia el panorama de la vida profesional y personal.
“El barco está más seguro en el puerto; pero no es para eso para lo que se construyeron los barcos”
-Paulo Coelho
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